Breaking

sábado, 18 de abril de 2015

Rodrigo Rato: el FMI afecta a la salud


En los últimos días la prensa española ha estado hablando sin parar de Rodrigo Rato y de sus problemas con el fisco y con los tribunales. Y a tal extremo ha llegado la cosa con esta atención sin límites por parte de los medios de comunicación, que parecería casi imposible añadir aquí algo nuevo u original sobre este asunto que mereciera la pena leerse. Sin embargo, hay un aspecto de la trayectoria del señor Rato que se comenta poco, y es su paso por el Fondo Monetario Internacional, el denostado FMI, del que fue Director Gerente.

Y es que el tiempo que Rodrigo Rato pasó en el FMI fue crucial para su carrera, marcó un antes y un después en su vida, y le afectó de manera trágica y terrible, a modo de plaga bíblica que se abatiera sobre su trayectoria pública. Y esto fue así porque a buen seguro en los pasillos o en los despachos de la sede del FMI en Washington DC debe haber encontrado acomodo algún tipo de maleficio que nada tiene que envidiarle a la maldición de la tumba de Tutankamon, aquella que se llevó por delante a Lord Carnarvon, a su secretaria, a su hermano Audrey Herbert, a Arthur Mace y a Douglas Reid, todos ellos partícipes en mayor o menor medida del hallazgo, excavación y divulgación del último reposo del desgraciado faraón niño de la Dinastía XVIII, en la década de los veinte del pasado siglo. Y si no a las pruebas me remito…

El personaje que nos ocupa, Rodrigo Rato, fue director gerente del FMI desde 2004 y hasta 2007; antes había sido vicepresidente económico del gobierno de España; después ha terminado procesado por delitos económicos en el caso Bankia, así como por blanqueo de capitales y alzamiento de bienes.

A Rodrigo Rato le sucedió en el FMI el francés Dominique Strauss-Kahn, que fue director gerente del fondo de 2007 a 2011; antes de eso fue ministro de economía, finanzas e industria de Francia; sin embargo su carrera en el Fondo acabó abruptamente cuando fue detenido y juzgado por abusos sexuales en Estados Unidos, y más adelante pasó también por los tribunales en Francia por incitación a la prostitución.

A Strauss-Kahn le sucedió en el FMI la también francesa Christine Lagarde, directora gerente de la institución desde el año 2011 y que en la actualidad ("todavía" podríamos decir…) continúa en el cargo; esta señora fue también ministra de economía, finanzas e industria de Francia; y a día de hoy ya está inmersa en un proceso judicial, acusada de propiciar un arbitraje en contra de los intereses del estado francés y a favor del empresario Bernard Tapie, a la sazón amigo de Nicolás Sarkozy (el jefe de Lagarde en su etapa como ministra), asunto que le costó a los franceses la modesta cantidad de 400 millones de euros, que fueron a parar a los bolsillos de Tapie.

Vamos que, visto lo visto, en lo sucesivo aquellos que se ocupan de nombrar al Director Gerente del FMI podrían pensar en facilitarle a cada candidato un chamán particular o un exorcista de cabecera para conjurar el maleficio y la desgracia que a buen seguro se cernirán sobre él una vez tome posesión del cargo. Aunque otra posible solución podría ser que modificaran sus criterios de selección y, para variar, eligieran a personas de prestigio, honorables y honestas. De hecho, quizá una buena alternativa podría ser un economista respetado, un profesor universitario prestigioso, o un abogado de éxito, pero desde luego no un político profesional.

En contra de la opinión de algunos, personalmente no tengo problema en reconocer que me parece bien que exista permeabilidad entre la actividad privada y la pública. De hecho, estoy a favor de que personas con una sólida carrera y un bien ganado prestigio puedan en algún momento de su vida hacer un paréntesis en su actividad profesional en el sector privado y pasen a desempeñar cargos públicos para servir a su país y a sus conciudadanos.

Desde mi punto de vista, el problema no reside en que exista permeabilidad entre la actividad privada y la pública, sino en que no nos preocupemos suficientemente por garantizar que se establezcan y se apliquen los controles adecuados para evitar abusos y corruptelas. Pero además la cuestión esencial no es en sí misma la permeabilidad entre lo privado y lo público y viceversa, sino, sobre todo, qué tipo de personas hacen ese viaje. Porque si hablamos de personas de prestigio, honorables, profesionales y honestas la cosa irá bien; pero si se trata de corruptos, ineptos, demagogos populistas y desvergonzados la cosa probablemente irá mal.

No es difícil encontrar ejemplos para sustentar mi tesis. Mario Vargas Llosa es premio Nobel de literatura, y fue un brillante candidato a la presidencia del Perú (y si hubiera sido elegido habría librado a su país de la tragedia que supuso el gobierno de Fujimori). Václav Havel tuvo una fecunda trayectoria como dramaturgo, seguidamente entró en política y resultó elegido presidente de Checoslovaquia y, tras la separación pacífica entre Chequia y Eslovaquia, fue también presidente de la nueva República Checa. Moshe Dayan desarrolló toda su vida profesional en el ejército (llegó a ser comandante en jefe de las fuerzas de defensa de Israel) y en paralelo tuvo una larga carrera política que le llevo a desempeñar los cargos de ministro de agricultura, ministro de defensa y ministro de asuntos exteriores; hoy en día Israel le recuerda como el líder que llevó a la nación a la victoria en la Guerra de los Seis Días.

En última instancia, el problema con la permeabilidad entre la actividad privada y la pública no es el hecho de que exista, sino la materia prima que se utiliza en el proceso. Es algo así como lo que pasa cuando se hace embutido: si utilizas ingredientes de primera obtienes cosas tan ricas como salchichón ibérico, lomo de caña, morcón, o chorizo de ciervo; pero si usas despojos y carnes de ínfima calidad lo que consigues es mortadela barata que sabe a pollo y encima te sube el colesterol.

Ojalá en el futuro los que se dedican a nombrar al director gerente del FMI tengan más ojo y mejor tino. Así nos ahorrarían espectáculos lamentables como los que estamos viendo estos días en los medios de comunicación, con escándalos financieros y corruptelas políticas copando las portadas de los periódicos y los informativos de radio y televisión. Y de paso le evitarían a la pobre gente como el bueno de Rodrigo Rato la desgracia que a buen seguro terminará cayendo sobre ellos si aceptan el puesto, que les acarreará el fin de su trayectoria profesional y les hará acabar antes o después esposados delante de un juez.

No sé, a lo mejor los responsables de la designación deberían probar con otro tipo de candidatos. Y si no se les ocurre nada mejor, como generalmente escogen a un europeo, pues que lo intenten con perfiles más imaginativos, como personajes de cómic o algo así. Que piensen por ejemplo en candidatos como Tintin, Asterix o Mortadelo; porque seguro que dan mucho más juego que los de carne y hueso…


1 comentario:

  1. Hola Carlos

    Estoy de acuerdo contigo en que no existe problemas en lo que tu llamas permeabilidad entre la actividad privada y publica, lo que vulgarmente se llama “puertas giratorias”, siempre y cuando esto se sustente en 3 pilares básicos: Honestidad, Ética y Profesionalidad. Lastima que estas 3 palabras estén tan denostadas últimamente entre nuestros profesionales-políticos.

    En cuanto a los problemas de esta última semana del Sr. Rato, creo que he encontrado la palabra que lo describe perfectamente: Sainete. Copio la descripción que hace Wikipedia de esta palabra: “Un sainete es una pieza dramática jocosa en un acto y normalmente de carácter popular, que se representaba como intermedio de una función”. ¿No te parece la descripción perfecta de lo ocurrido? Si no fuera tan patético sería hasta divertido.

    Un saludo.

    David Caridad García

    ResponderEliminar

Comentarios: