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lunes, 4 de abril de 2022

La inflación vuelve a España



Todos queríamos pensar que 2022 iba ser el año en el que por fin podríamos volver a llevar una vida más o menos normal una vez que la maldita pandemia del COVID 19, que ha puesto patas arriba toda nuestra existencia en los últimos dos años, se hubiera convertido en poco más que una especie de epidemia de gripe del siglo XXI.

Pero resulta que el primer rasgo de normalidad que ha regresado a nuestra existencia no tiene que ver con disfrutar de la vida en la calle, hacer turismo o estar a todas horas con nuestra familia y amigos. Porque lo primero que ha vuelto con fuerza a nuestra realidad son los problemas económicos, que en el caso español pasan por un paro estructural, una baja productividad, un déficit público crónico y una tendencia continuada al descontrol de los precios. Y en relación este último asunto de los precios, recientemente se ha hecho público que la inflación en España se ha disparado en marzo de 2022 hasta el 9,8%. en tasa interanual.

Habrá quien diga que este repunte de la inflación es un problema de origen externo motivado por la guerra en Ucrania, que se explica por el alza de los precios del gas y del petróleo instigado por la Rusia de Putin, y que es algo coyuntural que se resolverá cuando la situación internacional mejore.

Otros afirmarán que España es particularmente sensible a la inflación por tener una economía basada en los servicios y el turismo, por estar ubicados en la periferia sur de la zona EURO, y por carecer del músculo industrial que sí tienen los países del centro y el norte de Europa.

Lo que pasa es que cuando uno analiza los datos resulta que la realidad choca con las explicaciones expuestas, que básicamente vienen a concluir en que la inflación que se ha colado en nuestras vidas no es culpa nuestra, y que, por tanto, tampoco está en nuestra mano corregirla.

Porque si bien es verdad en los últimos tiempos estamos sufriendo una subida meteórica del precio del gas y del petróleo, también lo es que la inflación en España empezó a descontrolarse antes, y así por ejemplo en octubre de 2021 ya estaba por encima del 5% anual, y entonces aún faltaban seis meses para que empezase la guerra en Ucrania...

Y en cuanto al asunto del modelo productivo, si bien es verdad que nuestra economía adolece de características peculiares que la hacen especialmente sensible al alza de precios, no somos la única nación de la zona EURO con ese perfil, y sin embargo nuestra inflación es mucho más alta que la de otros países que también viven del turismo y los servicios y en los que la industria no está tan desarrollada como sería deseable.

Así, mientras en el conjunto de la zona EURO a marzo de 2022 la inflación es del 7,5%, España sobrepasa esa media en un 30%, 2,3 puntos, mientras que en Alemania la inflación está en el 7,6%, en Italia se sitúa en el 7,0%, en Francia en el 5,1% y en Portugal en el 5,5%. Y si bien Alemania es una economía en la que el peso de la industria es fundamental, Francia, Italia o Portugal son, como nosotros, economías basadas en los servicios y el turismo, pero eso no las hace ni por asomo tan inflacionistas como la española.

Lo que estos datos ponen de manifiesto que, si bien la crisis actual nos afecta a todos por igual, a lo mejor nosotros tenemos, al menos en parte, alguna culpa de que la inflación esté desbocada en España. Porque lo que sí resulta una peculiaridad casi única de nuestro modelo económico es que mientras otros han adoptado en el pasado políticas ortodoxas, y son precisamente esos países los que ahora lidian mejor con las subidas de precios, nosotros llevamos años y años de expansión presupuestaria, déficits crónicos y deuda pública creciente, y estos sí son factores que ahora nos generan una mayor debilidad para hacer frente al presente proceso inflacionista.

Ante esta situación lo apropiado sería que de una vez por todas asumiéramos como sociedad la cuestión, hiciéramos frente a los problemas, consensuáramos entre todos un ambicioso programa de reequilibrio de las cuentas públicas, y lo lleváramos a la práctica en los próximos años independientemente del color político del gobierno de turno. Pero como desgraciadamente lo previsible es que esto no ocurra, sino que, por el contrario, sigamos anclados en el populismo y la demagogia, en el victimismo y la irresponsabilidad colectivas que nos llevan a clamar contra un supuesto “austericidio” en materia de gasto público que en realidad nunca fue tal, al final, como siempre, tendremos que confiar en que otros hagan el trabajo por nosotros y nos obliguen a llevar a cabo los ajustes que nosotros no somos capaces de realizar por propia iniciativa.

Por ello, esperemos que más pronto que tarde el Banco Central Europeo reaccione ante la desbocada subida de precios que se ha colado en nuestras vidas, tenga presente que su mandato fundacional y su obligación primaria es única y exclusivamente la estabilidad en los precios y el control de la inflación, y adopte por ello las medidas necesarias a su disposición para luchar eficazmente contra este problema, consistentes en la subida de los tipos de interés y la reducción del dinero en circulación en la eurozona.


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