Otoño de 2025 en España. Hojas amarillas, rojizas y pardas alfombran las aceras y tapizan los parques; los días se acortan.
Todo se tiñe de tonos dorados y la naturaleza muestra su esplendor y su belleza, pero a la vez empieza a helar por las noches y cada día que pasa el ambiente se va volviendo un poco más triste.
Y como si el ánimo de la gente se hubiera contagiado del espíritu de la estación, se respira una sensación de que nuestro mejor momento ya pasó y ahora todo ha empezado a degradarse, de que nos encaminamos al fin de ciclo del modo de vida que hemos conocido hasta ahora, sin que sepamos muy bien qué podemos esperar del futuro, salvo quizá que las cosas no se estropeen mucho o no lo hagan demasiado rápido.
Nos hemos convertido en un país envejecido y con un gasto público disparado que somos incapaces de mantener, y que sólo parece poder mantenerse gracias a una inmigración creciente que, aunque a corto plazo parecería estar financiando con su trabajo el coste de nuestro estado del bienestar, y compensando con sus hijos nuestra raquítica natalidad, a medio plazo altera, acaso de manera irreversible, los valores y la naturaleza misma de nuestro marco de convivencia sin que nadie nos haya preguntado si estábamos de acuerdo con ello o no.
Hoy los jóvenes viven peor que sus padres, sin acceso a un trabajo estable y sin una vivienda digna, mientras que los mayores afrontan un futuro con incertidumbre y sin saber hasta cuándo el sistema público les protegerá como sí lo hizo con los que se jubilaron antes que ellos.
La familia ha dejado de ser un pilar de la sociedad, y sus valores de apoyo mutuo y respeto intergeneracional han sido reemplazados por un corrosivo egoísmo individualista y un falso integrismo moralista que parece que diera derecho a condenar a los que piensan distinto, a los que se salen del consenso naif imperante, y por ello cada día más y más gente vive aislada y sola, unos como reos y otros como jueces.
Occidente se desmorona, pierde sus valores y su pujanza y se convierte en una caricatura de sí misma, un parque temático en el que todo está en venta, pero solo para quien todavía pueda pagarlo.
Otoño de 2025 en España. En el ambiente se respira un aire de melancolía y decadencia...
OTOÑO
En el parque, yo solo...
Han cerrado
y, olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejado.
La hoja seca,
vagamente,
indolente,
roza el suelo...
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada...
Solo
en el parque me han dejado
olvidado,
...y han cerrado.
Manuel Machado (Sevilla, 1874 - Madrid, 1947)
Detalles técnicos de la fotografía: cámara SONY DSC-RX100M2, 12.48 mm, f/8, 1/60 s, ISO100. Imagen tomada el 20/noviembre/2025 en el Parque del Retiro de Madrid.


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