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viernes, 11 de diciembre de 2020

Trump sacrifica al Sáhara Occidental



La decisión de Donald Trump de posicionarse unilateralmente a favor de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, rompiendo así con varias décadas de respeto norteamericano por la Legalidad Internacional y las resoluciones de la ONU, pone de manifiesto una serie de verdades que ahora toca digerir: 

1)- Que Trump y Natanyahu han conseguido en cuatro años completar su plan para iniciar la normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y las monarquías árabes suníes, que posiblemente pronto se completará con una decisión en ese mismo sentido por parte de Arabia Saudí, donde el príncipe Mohamed Bin Salman, MBS, busca consolidar su control del país y a la vez constituirse en el paladín contra la chiita República Islámica de Irán. 

2)- Que Mohamed VI tiene prisa por cobrarle a los Estados Unidos el peaje por cambiar la tradicional posición de Rabat en el conflicto en Oriente Medio, y traicionar así al pueblo palestino en contra del sentir mayoritario de la población y la clase política marroquíes, y que quiere hacerlo antes de que Trump deje la Casa Blanca (probablemente porque con la futura administración Biden el panorama no será tan positivo para el Majzen), y antes también de que la ya conocida enfermedad del monarca se agrave aún más, con el consiguiente riesgo para la continuidad de la dinastía alauita en un Marruecos sumido en una dramática crisis económica. 

3)- Que el vigente tacticismo que Washington viene desplegando en los últimos años en política exterior termina conllevando que los norteamericanos no tengan reparos en sacrificar a los pueblos que de buena fe les hacen el trabajo sucio en las zonas sensibles del mundo si con ello consiguen en un momento determinado algo que les interese. De hecho, ya lo hizo Obama en el pasado, y Trump simplemente ha seguido su estela.

4)- Que igual que la administración Obama no tuvo ningún problema en lavarse las manos cuando le convino en Libia y en Siria, Trump ha hecho lo propio en sus cuatro años de mandato: abandonó a los kurdos en Siria frente a Turquía después de utilizarlos para parar al DAESH; ha abandonado a los armenios en Nagorno Karabakh – Artsakh consintiendo que hayan sido humillados por Azerbaiyán con la ayuda de su aliada Turquía y de mercenarios yihadistas; y abandona ahora a los saharauis después de haberles involucrado en la lucha contra la expansión del yihadismo y del tráfico de drogas en el Sahel. 

5)- Que para aquellas naciones, como el Pueblo Saharaui, que sufren injusticias en escenarios de conflicto, el respeto de la Legalidad Internacional y de los pactos no vale para nada, porque lo único que al final sirve para defender los intereses de cada cual es el uso de la fuerza. 

6)- Y, en fin, que Occidente en general, y los Estados Unidos en particular, no son socios confiables en política exterior, y que por ello más le valdría a naciones como el Pueblo Saharaui buscarse otros socios y otros amigos que sí cumplan con sus compromisos y con su palabra...







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