La reciente avalancha de inmigración ilegal en Ceuta es, de momento, el último eslabón de la larga cadena de cesiones en que hemos convertido la relación viciada entre España y Marruecos en los últimos 40 años, durante los que una y otra vez le hemos reído todas las gracias a Rabat: en 1975 les regalamos el Sáhara Occidental para que USA y Francia aceptaran a Juan Carlos I como Rey a pesar de ser el delfín de Franco; hemos tragado sin rechistar con la invasión de las aguas territoriales españolas en Canarias; hasta antes de ayer los presidentes del Gobierno de España llevaban décadas sin visitar Ceuta y Melilla para no molestar al Rey de Marruecos; las Plazas de Soberanía Africanas están abandonadas, se caen a trozos y no se usan para nada, y en el Islote de Perejil ni siquiera hay presencia del Ejército Español, todo ello para evitar que Rabat se sienta incómodo; y para colmo le otorgamos a Marruecos el título de socio preferente de España, y por eso le regalamos millones de euros en ayudas de Estado a pesar de que nos manda por el Estrecho de Gibraltar sin ningún pudor su droga y su inmigración ilegal.
Estos son los resultados de todos los años en los que nos hemos dedicado a templar gaitas con Marruecos, los años en los que el Rey Emérito se dedicaba a arreglar las cosas con Rabat a base de una llamada telefónica o un viaje relámpago (Por eso, mejor que ya el Emérito no arregle nada de esa forma y se esté quieto...).
Pretender explicar la avalancha de inmigración ilegal en Ceuta por la hospitalización en España de Brahim Ghali, el líder del Frente POLISARIO y presidente del Sáhara Occidental, y decir que para arreglar el problema hay que aceptar que el antiguo Sáhara Español es de Marruecos es mezquino y además ingenuo.
El Marruecos de Mohamed VI es una tiranía que actúa como un verdadero estado macarra, un okupa de las relaciones exteriores que asalta territorios ajenos, y esperar que nos deje en paz si le dejamos okupar el Sáhara Occidental es actuar como el niño cobarde que para evitar que le peguen a él en el patio del colegio le señala al acosador a otro niño más débil que él.
Y por si esto fuera poco, además, según el GAFI(1), Marruecos es el único país del Magreb que no persigue el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, y por eso en su último análisis publicado en febrero de 2021 la organización le incluyó en la lista de países y territorios no cooperantes.
Por esto, para variar, quizá está vez España podría plantearse resolver la crisis con Marruecos como lo harían los países serios, y de paso aprovechar para reconducir años y años de torpeza.
Porque, pensemos por un momento, ¿Cómo arreglarían países como USA, Francia o el Reino Unido una crisis como la recientemente vivida en Ceuta? ¿Aceptarían los americanos una avalancha migratoria en la frontera con México, pastoreada además por la policía de fronteras mexicana? ¿Aceptarían los franceses que el gobierno de España afirmara que El Rosellón y La Cerdaña son parte de “la España irredenta”? ¿Aceptarían los británicos a inmigrantes ilegales pretendiendo entrar a nado en Gibraltar?
Para tener un futuro de buena vecindad con Marruecos, primero España tiene que respetarse a sí misma y proteger sus fronteras. Y para tener tranquilidad en el Magreb necesitamos un Sáhara Occidental independiente, un país hermano miembro de la Hispanidad frente a las Islas Canarias.
Pero es que además igual a medio plazo nos estamos equivocando con Marruecos. Porque, aunque parezca estable, en el fondo Marruecos no es más que una monarquía feudal donde el Rey Mohamed VI se enriquece a costa de la miseria de su pueblo y juega a ser el gendarme de Occidente, y ese esquema no tiene por qué durar para siempre. De hecho, si repasamos la historia de los últimos 50 años nos encontraremos con unos cuantos ejemplos de países considerados en su momento un gendarme confiable para Occidente a pesar de ser dictaduras impresentables que sin embargo terminaron derrumbándose, con el consiguiente perjuicio para el propio Occidente: ¿Se nos han olvidado el Túnez de Ben Alí en 2010, o mejor aun el Irán del Shah Mohammad Reza Pahlevi en 1979 (ese, por cierto, también muy amigo de nuestro Rey Emérito…)?
A ver si al final, después de tanto ceder y tanto tragar, un día nos despertamos con la sorpresa de que Marruecos se nos ha convertido en la nueva República Islámica en el Magreb asomada al Estrecho de Gibraltar…
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(1) El Grupo de Acción Financiera Internacional - GAFI (en inglés, Financial Action Task Force - FATF), es una institución intergubernamental creada en 1989 por el G8 para la prevención y la lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo a nivel mundial. Por ello, el GAFI tiene atribuida por la comunidad internacional la responsabilidad de establecer estándares para prevenir desde un punto de vista financiero estas actividades y sus efectos en la sociedad.
El GAFI se ocupa también de evaluar regularmente a los estados para asegurarse de que cumplen con su responsabilidad en la lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, y publica el resultado de su trabajo mediante dos listas de países incumplidores: la Lista Negra, en la que se incluye a los países manifiestamente incumplidores y considerados como de máximo riesgo a efectos de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, y la Lista Gris, en la que aparecen aquellos estados que no cumplen de manera satisfactoria los estándares GAFI y que presentan deficiencias estratégicas en sus sistemas de prevención del blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, y por ello están sometidos a vigilancia por parte de la organización.
A febrero de 2021, en la Lista Negra tan solo están incluidos Corea del Norte e Irán, mientras que en la Lista Gris aparecen 19 países y jurisdicciones: Albania, Barbados, Botswana, Burkina Faso, Camboya, Islas Caimán, Ghana, Jamaica, Mauricio, Marruecos, Myanmar, Nicaragua, Pakistán, Panamá, Senegal, Siria, Uganda, Yemen y Zimbabwe.
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