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miércoles, 21 de julio de 2021

España en el Norte de África



Los cementerios de Vélez de la Gomera y Alhucemas

El pasado 9 de julio de 2021 la edición digital del diario La Razón publicó un artículo de en el que se daba cuenta de la decisión adoptada por el mando del Ejército Español de clausurar los cementerios existentes en los peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas y trasladar a Melilla los restos de los 54 españoles allí enterrados, a fin de ser reubicados en el cementerio de la Purísima Concepción de esa ciudad autónoma.

La noticia en principio pasó casi desapercibida en una España sumida en la crisis sanitaria, económica y social como consecuencia de la epidemia del COVID-19, pero días después fue ya recogida por otros medios de comunicación de ámbito nacional y ha empezado a tener un cierto eco mediático.

La orden de exhumación y traslado, que fue firmada por el Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), el general Francisco Javier Varela Salas, ha sido publicada en el Boletín Oficial del Estado del 9 de julio de 2021, y se justifica oficialmente por motivos de índole técnica, en tanto buscaría mejorar las condiciones de preservación de los restos, sometidos actualmente, se afirma, a las duras condiciones ambientales y meteorológicas existentes en los peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas.

Sin embargo, la medida ha sido vista con gran suspicacia en diversos ámbitos, y ello por varias razones: porque se adopta en el contexto de la permanente tensión diplomática con Marruecos consecuencia de sus constantes reclamaciones territoriales sobre los territorios españoles en el norte de África, acentuada recientemente por la avalancha de inmigración ilegal propiciada por Rabat contra Ceuta y Melilla el pasado mes de mayo de 2021, y bien podría interpretarse como una señal equívoca sobre el futuro de la presencia de España en la región; porque la medida se circunscribe solo a los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas, pero excluye sin razón aparente al resto de cementerios de las Plazas de Soberanía de España en África, aun cuando sus condiciones ambientales y meteorológicas son iguales a las de los camposantos afectados; y sobre todo porque una reubicación de tumbas como el que se quiere realizar ahora recuerda sospechosamente a la exhumación de los restos humanos de los cementerios españoles del Sáhara Occidental y su traslado a Canarias en 1975, medida que fue el anticipo del posterior abandono del territorio y su entrega ilegal a Marruecos y Mauritania completado en febrero de 1976.

Por todo ello, hay quien se teme que el fin último de la decisión conocida ahora pudiera ser el lanzar un globo sonda por parte del gobierno de Pedro Sánchez a fin de pulsar el sentir de la opinión pública y de las Fuerzas Armadas de cara a una posible futura negociación con Marruecos en la que el Ejecutivo se podría llegar a plantearse mercadear con esas dos Plazas de Soberanía a cambio de calmar permanente agresividad diplomática de Rabat o, peor aún, que semejante posible maniobra empezara afectando a los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas pero fuera la antesala de un plan de abandono global del conjunto de las Plazas españolas de Soberanía en África.

Ante esta situación, y a fin de poner en contexto esta noticia y sus implicaciones, sería bueno que recordar cuáles son las Plazas de Soberanía Españolas en África, sus características y su origen.

¿Qué son las Plazas de Soberanía Españolas en África?

Las Plazas de Soberanía Españolas en África están constituidas por una serie de enclaves e islas ubicadas en la costa norte de África, que entre los siglos XV y XIX se fueron incorporando paulatinamente al Territorio Nacional.

En la actualidad las Plazas de Soberanía están constituidas, de oeste a este, por la Isla de Perejil, Ceuta, el Peñón de Vélez de la Gomera, el Peñón de Alhucemas y los Islotes de Tierra y Mar, la Isla de Alborán, Melilla, y las Islas Chafarinas.

Fuente: Wikipedia

Sin embargo, históricamente también englobaron en algún momento a otras plazas africanas, entre las que destacaron Orán, Argel, Bugía y Trípoli.

Isla de Perejil

La Isla de Perejil, como dependencia de Ceuta, fue conquistada por el rey Juan I de Portugal en 1415, se integró en la Corona Española en 1580 y en 1640, cuando se produjo la secesión de Portugal, pasó, junto con Ceuta, a integrarse definitivamente en España. Perejil tiene una extensión de 0,14 km² y actualmente está deshabitada, pero hasta 1961 contó con una pequeña guarnición militar.

Isla de Perejil






Ceuta

Ceuta fue conquistada para la Corona Portuguesa por el ejército del rey Juan I el 21 de agosto de 1415, y como el resto del reino se integró en la Monarquía Hispánica en 1580. Luego, en 1640, cuando se produjo la secesión de Portugal, la ciudad de Ceuta optó por seguir siendo parte de España. Ceuta tiene una extensión de 18,5 km² y, según datos a 2020, una población de 84.202 habitantes.

Ceuta






El Peñón de Vélez de la Gomera

El Peñón de Vélez de la Gomera fue ocupado en 1508 por Pedro Navarro, conde de Oliveto, se perdió en 1522 a manos de piratas berberiscos, y en 1564 fue definitivamente recuperado para España por García de Toledo Osorio, marques de Villafranca. El Peñón de Vélez de la Gomera tiene una extensión de 0,02 km² y cuenta con una guarnición constituida por una compañía de Regulares españoles de Melilla.

Peñón de Vélez de la Gomera 








El Peñón de Alhucemas y los Islotes de Tierra y Mar

Las Islas Alhucemas, constituidas por El Peñón de Alhucemas y los Islotes de Tierra y Mar son una Plaza de Soberanía española desde que en 1560 fue entregada a Felipe II por el sultán saadi Muley Abdalá, y fueron definitivamente ocupadas por España en 1673, en tiempos de Carlos II.

El Peñón de Alhucemas tiene una extensión de 0,015 km² y cuenta con una guarnición permanente de efectivos militares del Regimiento de Artillería Mixto nº 32 de Melilla. El Islote de Tierra tiene una extensión de 0,017 km² está deshabitado, al igual que el Islote de Mar, que tiene una superficie de 0,014 km².

Peñón de Alhucemas







La Isla de Alborán

La Isla de Alborán pertenece administrativamente al municipio de Almería, cuenta con un faro desde 1859 y está habitada permanentemente por un destacamento militar. La isla tiene una superficie de 0,017 km².

Isla de Alborán






Melilla

Melilla forma parte de España desde que en 1493 una armada del Duque de Medina-Sidonia capitaneada por Pedro de Estopiñán ocupara y conquistara la ciudad para Castilla el 17 de septiembre de 1497. Melilla tiene una extensión de 12,3 km² y su población, según datos a 2020, es de 87.076 habitantes.

Melilla







Las Islas Chafarinas

El Archipiélago de Las Islas Chafarinas está constituido por la Isla del Congreso, la Isla de Isabel II y la Isla del Rey, y pertenecen a España desde que fueron ocupadas por el General Serrano en 1848. La Isla del Congreso está hoy deshabitada, si bien en el pasado contó con un presidio, y tiene una extensión de 0,25 km². La Isla de Isabel II tiene una extensión de 0,15 km² y actualmente solo cuenta con una guarnición militar, aunque en el pasado también tuvo población civil, que llego a alcanzar los 1.000 habitantes. Por último, la Isla del Rey tiene una extensión de 0,12 km², está también deshabitada, y alberga el antiguo cementerio civil del archipiélago.

Islas Chafarinas








Situación actual y propuestas de futuro

España lleva décadas sin una definición proactiva de sus intereses y objetivos de largo plazo en política exterior, y adicionalmente, lo poco que se formula se hace desde una óptica eminentemente partidista y sectaria, y buscando réditos en política doméstica y no logros reales en política exterior.

En lo que se refiere en concreto a nuestra presencia en el denominado Eje Canarias – Estrecho, del que forman parte las Plazas de Soberanía Españolas en África, durante los últimos cuarenta años hemos aparcado cualquier proyecto de país y el desarrollo de esos territorios, simplemente para no indisponernos con Marruecos.

Esta situación resulta tan chocante como perjudicial para los intereses españoles y ha terminado generando la percepción en el ámbito internacional de que Marruecos es la potencia emergente en la región, y España un país subordinado y en retirada en el área.

Si España quiere resultados distintos en política exterior y ocupar un lugar relevante en el mundo tiene que hacer cosas distintas, y eso exige también diseñar y poner en marcha un plan de futuro para el conjunto de su territorio sin excepciones.

En definitiva, España debe abandonar la pasividad y pasar a ejercer sin complejos su plena soberanía en sus territorios del Estrecho de Gibraltar y el Norte de África.

Por ello, se debería diseñar una estrategia integral de reforzamiento de la soberanía en la región y un plan de medidas de reactivación económica de esa parte del Territorio Nacional, entre las que se podrían considerar las siguientes: tener presencia efectiva civil y militar en todas las Plazas de soberanía sin excepciones, incluyendo Chafarinas, el Peñón de Alhucemas, el Peñón de Vélez de la Gomera, la Isla de Perejil y la Isla de Alborán, y delimitar sus aguas territoriales; reactivar la actividad económica de Ceuta y Melilla, para lo cual podría considerarse el establecimiento de bases permanentes de la Armada en ambas ciudades autónomas; hacer desde los Poderes Públicos todo lo posible para que el tráfico del Estrecho, tanto de mercancías como de pasajeros, se canalice entre Algeciras y Ceuta y Melilla, que deben disponer de una aduana comercial; España debe declarar formalmente las Aguas Territoriales y la correspondiente Zona Económica Exclusiva de todas las Plazas de Soberanía; Ceuta y Melilla deben integrarse en la Unión Aduanera de la UE, el Espacio Schengen y la OTAN; y hay que diseñar y poner en marcha un plan integral de desarrollo turístico de Ceuta, Melilla y el resto de Plazas de Soberanía.

Conclusión

Los países que aspiran a tener una posición relevante en el mundo establecen las líneas esenciales de su acción como políticas de Estado, y les dan continuidad a lo largo del tiempo.

Una posición relevante a nivel nacional debe formularse en positivo, como la ambición de lo que se quiere conseguir, y no como una mera actitud reactiva de tratar de evitar los conflictos o eludir los problemas. Así, aplicando un símil ajedrecístico, si un país quiere ser alguien debe plantearse que juega con blancas y por tanto, que en todo momento tiene que tratar de liderar la dinámica del juego y adelantarse a los movimientos del rival.

La continuidad en las políticas de Estado exige tener objetivos claros y concretos, y también que a partir de ahí el país y la sociedad sean consecuentes con lo que aspiran a conseguir y pongan los medios humanos, materiales y financieros para tratar de alcanzar esos objetivos.




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