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sábado, 26 de febrero de 2022

Rusia invade Ucrania



En febrero de 2022 Rusia ha invadido Ucrania, inicialmente penetrando en la región del Donbass, en el este del país, tras reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas prorrusas de Donetsk y Lugansk, y a continuación ha extendido días más tarde su agresión militar a la totalidad del territorio, tratando de acabar así por la fuerza con 30 años de independencia ucraniana.

Ante estos hechos la OTAN, los Estados Unidos y la Unión Europea han protestado enérgicamente por la invasión rusa de Ucrania y amenazan a Moscú con sanciones económicas, aunque excluyen cualquier tipo de respuesta militar.

En estas condiciones Putin está descontado que al final Occidente aceptará los hechos consumados en Ucrania como ya ocurrió en el pasado con otras operaciones de agresión de Moscú en lo que fue el territorio soviético hasta la desaparición de la URSS en 1991: en 2008 en Georgia cuando Rusia primero ocupó y luego reconoció de forma unilateral las repúblicas prorrusas de Abjasia y Osetia del Sur e impuso al gobierno de Tiflis el alejamiento de la OTAN; y en 2014 en la propia Ucrania cuando le arrebató Crimea, y el grueso de la flota de guerra ucraniana se pasó con armas y bagajes de Kiev a Moscú.

En cualquier caso hay que tener presente que en materia de ruptura de la integridad territorial de naciones soberanas en Europa tras la II Guerra Mundial mediante la injerencia de potencias extranjeras, el primer precedente lo estableció la propia OTAN con Serbia en 1999 cuando avaló la secesión de facto de Kosovo respecto de las autoridades de Belgrado aprovechándose de la debilidad de Rusia, tradicional aliado y protector de los serbios, entonces gobernada por un débil y errático Boris Yeltsin.

Si esta vez Occidente tampoco le hace frente de manera efectiva al expansionismo agresivo de Rusia, ahora en Ucrania, ¿Cuál será la siguiente jugada de Putin?

Cuando escribo estas líneas Moscú ya ha empezado a amenazar, de momento de palabra, a Finlandia y a Suecia para tratar de imponerles que renuncien a integrarse en un futuro próximo en la OTAN.

¿Acaso el Kremlin tratará después de, por ejemplo, "convencer y/u obligar" a Polonia y Lituania a cederle el control del Corredor de Suwalki para así establecer un pasillo terrestre que comunique, como si fuera un cordón umbilical, a la región rusa de Kaliningrado (la antigua Königsberg de Prusia Oriental, en la que nació Immanuel Kant...) con Bielorrusia, que a su vez se reintegraría en la Madre Patria Rusia?

¿Quizá Putin, una vez que consiga controlar Ucrania, decidirá seguir avanzando hacia el suroeste y trate de repetir la jugada de escudarse en una población de habla y cultura rusa a la que el desmoronamiento de la URSS dejo aislada para atacar a otro país, esta vez a Moldavia, primero para "proteger" a los rusos de Transnistria y a continuación para absorberlo y reconstruir la Besarabia rusa de la era soviética?

Y es que el comportamiento de la Rusia de Putin recuerda cada vez más al de la Alemania Nazi en los años 30 del siglo XX (en la Zona desmilitarizada del Rhur, en Austria, en los Sudetes checos, en la propia Checoslovaquia, y finalmente en Polonia...), igual que la respuesta tibia y cobarde de Occidente se parece mucho a las claudicaciones de la Francia de Daladier y el Reino Unido de Chamberlain frente a Hitler en 1938

Y es que, como bien decían los romanos, "Si vis pacem, para bellum". Porque si no lo haces no te evitarás la guerra, pero igual sí que te aseguras la derrota...

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