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miércoles, 21 de septiembre de 2022

La que se nos viene encima

 


Llevábamos tiempo oyendo los vaticinios de los expertos sobre el otoño caliente que se nos venía encima. Pero como los españoles somos así de chulos, o de inconscientes, o ambas cosas a la vez, no quisimos hacer caso de esos augurios y cuando llegó el verano que ahora termina decidimos que esos presagios no iban con nosotros y que mejor nos tirábamos de cabeza a disfrutar de la vida.

Y así, nos hemos pasado los meses estivales comiendo y cenando fuera de casa como si no hubiera un mañana con cualquiera que se prestara a ello, escudándonos en que lo hacíamos para reencontrarnos con todos aquellos a los que dejamos de ver durante la pandemia del COVID (amigos, familiares, vecinos, conocidos del gimnasio, colegas del Instituto o miembros del club de papiroflexia; daba igual: la cuestión era quedar con gente…). También nos hemos ido de vacaciones sin reparar en gastos (y pagando muchas veces las cosas a precios abusivos con la excusa de la inflación…) diciéndonos a nosotros mismos que era para desquitarnos del tiempo que pasamos encerrados en casa. Y nos hemos lanzado a un consumismo descontrolado en caprichos superfluos con los que hacernos la ilusión de que volvíamos a ser ciudadanos ricos de un próspero primer mundo que igual ya ha dejado de ser tal.

Pero resulta que ahora llega el otoño, con sus lluvias, sus noches que ya refrescan, sus facturas del gas y de la luz a precios que no dejan de subir y sus saldos aplazados de tarjeta de crédito que toca pagar, y a los españoles nos está empezando a entrar el miedo en el cuerpo y el agobio colectivo por lo que se nos viene encima.

Según datos publicados por el Banco de España, la deuda pública del conjunto de las administraciones públicas se situó a julio de 2022 en 1,487 billones de euros, y supone ya el 118% del PIB español, mientras que a agosto de 2022 la inflación interanual se situó en el 10,55%.

En cuanto al empleo, a agosto de 2022 en España, con una población total registrada de 47.400.000 habitantes, había 20.468.000 personas trabajando y 2.919.000 inscritas como demandantes de empleo. Así nuestra tasa de actividad es del 58,71% mientras que la media europea es el 74,30%.

Eso sí, a modo de anestésico colectivo, de placebo para conjurar las dificultades y desgracias que se avecinan, los españoles nos hemos pasado diez días contemplando arrobados en los medios de comunicación mañana, tarde y noche la pompa y circunstancia con la que los británicos han enterrado a Isabel II. Porque los reyes son como los movimientos de liberación, que los de los demás siempre caen muy simpáticos, aunque en la distancia corta los propios nos puedan dar tirria.

Pero para poner las cosas en su sitio y devolvernos a la realidad, el día que escribimos estas líneas va Vladímir Putin y declara la movilización de reservistas para intentar enderezar la Guerra contra Ucrania que Rusia empezó como operación quirúrgica pero que se le está yendo de las manos y corre el riesgo de que se convierta en su particular Afganistán.

Vamos, que a pesar del empacho del boato funerario televisivo británico siguen pintando bastos durante los próximos meses para los españoles...

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