Julio de 2023 en Madrid. El sol abrasador y el calor del verano aprietan tanto que, en cuanto podemos, nos pasamos el día escondidos en nuestras casas con las persianas bajadas para aislarnos, y si no nos queda otra que tener que aventurarnos al exterior nos pegamos todo lo posible a los edificios y los árboles más altos para así buscar cobijo en sus sombras protectoras.
Y la misma estrategia de enclaustramiento, de ocultación en la sombra que adoptamos para protegernos del sol y del calor parece ser hoy la única respuesta posible frente al mundo que nos ha tocado vivir. Porque todo a nuestro alrededor, la política, la vida social y hasta las relaciones interpersonales, parece estar tan impregnado de unilateralidad, simplificación, egoísmo, insensibilidad y maniqueísmo que terminamos siendo incapaces de ver al otro como algo distinto que un enemigo en cuanto se separa de nuestras ideas, nuestras creencias, nuestros valores, nuestros sentimientos y nuestros principios.
Hemos convertido nuestra visión del mundo y de las cosas en el fiel de la balanza con la que juzgamos a los demás para decidir si les enviamos al cielo o al infierno:
- Imperdonable es el diferente.
- Imperecedero es el castigo que imponemos.
- Imposible nos resulta llegar a un compromiso.
- Inaceptable es cualquier punto de vista que no se ajuste a nuestras creencias.
- Inapelable es el juicio de los demás que realizamos.
- Inasumible nos resulta la comprensión del otro.
- Inclemente es nuestra respuesta ante la ofensa que pensamos que nos hacen.
- Incurable es el dolor que producimos con nuestra crueldad.
- Indeleble es la huella que dejamos en el alma de los que rechazamos.
- Indiscutible es nuestro punto de vista.
- Indudable es nuestra verdad.
- Inextinguible es radicalidad que nos consume.
- Infinito es el daño en el alma de los demás que nuestra actitud produce.
- Inmisericorde es nuestra forma de ver los pecados de los otros.
- Inquisitorial es nuestra actitud ante la vida.
- Invisible nos resulta el que es distinto y piensa diferente.
Y es que todas las palabras que definen hoy nuestra actitud frente al otro empiezan por la letra i, la letra que tiene forma de dedo índice acusador y de pulgar condenatorio…
Vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. De su presencia huyeron cielo y tierra, y no dejaron rastro. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar devolvió a sus muertos, Muerte y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego. Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.
(Libro del Apocalipsis, capítulo 20, versículos 11 a 15.)
Detalles de la imagen: cámara SONY RX100M2, 10.4 mm, f/1.8, 1/60 s, ISO400.
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