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domingo, 6 de diciembre de 2015

Posibles reformas constitucionales


    Hoy 6 de diciembre de 2015 se cumplen 37 años de la aprobación de la vigente constitución española de 1978.

Las casi cuatro décadas transcurridas desde la promulgación de nuestra carta magna constituyen sin lugar a dudas el periodo más largo de democracia, estabilidad y prosperidad que nuestro país ha disfrutado en toda su historia.

Y, sin embargo, en los últimos años es cada vez más frecuente oír hablar a distintos representantes de las más diversas tendencias políticas del agotamiento del vigente texto constitucional, de la necesidad de su reforma, de la pérdida de legitimidad de la actual carta magna debido al tiempo transcurrido desde su promulgación, y de la caducidad del refrendo popular de la constitución de 1978 debido a que su aprobación fue el resultado de la expresión democrática de generaciones anteriores a aquella que hoy en día lidera el devenir de nuestra sociedad, generación ésta que se sentiría encorsetada y constreñida por un texto constitucional aprobado por sus mayores pero con el que ya no se identifica.

Pero a pesar de que, ciertamente, la España de 2015 en poco se parece a la de 1978, y la sociedad se ha transformado, ha evolucionado y se ha modernizado de manera radical en estos casi cuarenta años, no es menos cierto que, en contra de lo que parecen asumir los que defienden públicamente la necesidad de la reforma, incluso radical, de nuestra constitución, las alternativas y oportunidades que una posible reforma constitucional podrían ofrecer a la sociedad española no tendrían por qué necesariamente tener la orientación que algunos, de forma ingenua, o quizá sesgada, dan por hecha.

Porque no hay que olvidar que en cualquier sociedad democrática un texto constitucional, sea la vigente constitución de 1978 o cualquier otro texto que en el futuro pudiera substituirle, debe responder necesariamente a la voluntad y al consenso mayoritario del conjunto de la sociedad que es titular de la soberanía nacional, en nuestro caso el pueblo español.

Y es que resulta que en ningún sitio está escrito, aunque algunos pretendan darlo por hecho un día sí y otro también sin justificación empírica alguna, que el consenso social en caso de que en un futuro cercano echara a andar un proceso de reforma constitucional en España apuntara hacia planteamientos a favor de una concepción federal del estado, el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de una parte del territorio nacional, el blindaje de pretendidos nuevos derechos civiles incorporados a nuestro derecho positivo en los últimos años, o la incorporación con carácter vinculante al texto constitucional de derechos sociales y económicos al objeto de construir una sociedad más igualitaria en España.

Porque a lo mejor más de uno se llevaría una sorpresa si al final termináramos abriendo el proceso de reforma del texto constitucional, pues quizá entonces se pusiera de manifiesto que, en realidad, el consenso mayoritario del conjunto de la sociedad española titular de la soberanía nacional en 2015 está más por asegurar la igualdad de todos los españoles independientemente de la parte del territorio en la que vivan, por devolverle al estado central competencias exclusivas en aquellas materias que sirven para garantizar la soberanía nacional (tales como la educación, la administración de justicia, o el orden público), por blindar el uso de la lengua española sin ningún tipo de limitación en todo el territorio nacional, o por reforzar en nuestro ordenamiento la libertad individual de los ciudadanos y protegerla de las amenazas igualitaristas de un estado del siglo XXI cada vez más invasivo de nuestro libre albedrío...

Porque nadie tiene el patrimonio de la verdad a la hora de interpretar cuál podría ser la voluntad de los ciudadanos en caso de que se abriera el melón de la reforma constitucional en España, sobre todo después de que la mayoría de este país haya tenido casi cuarenta años para poder apreciar lo que algunos han hecho con la enorme generosidad del consenso constitucional de 1978, de la que han pretendido sacar tajada de manera ventajista y tramposa para dividir a los ciudadanos, aprovecharse de la mayoría de manera parasitaria, y usar de forma completamente desleal la capacidad de actuación que la propia constitución y la soberanía nacional, origen de todo poder en nuestra sociedad, les cedieron en préstamo.

Y es que a veces los pueblos, cuando se les da la oportunidad de hacerlo, no deciden lo que algunos esperan de ellos, sino lo que les da la real gana. Es lo que tiene la democracia...


2 comentarios:

  1. Estoy bastante de acuerdo con este post. Decir esto parece poca cosa para publicar un comentario, pero no lo es. Igual que he manifestado mis objeciones en otros casos, creo que no está demás decir que, en esta ocasión, coincido plenamente con tu opinión. Un abrazo. Manuel.

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    1. Hola Manolo,

      Muchas gracias por tu comentario.

      Es verdad que los comentarios críticos dan más juego, pero alguna coincidencia de vez en cuando sienta muy bien :).

      Un abrazo,

      Carlos

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Comentarios: