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jueves, 6 de septiembre de 2018

Estados Unidos, tierra de libertad


Monument Valley (Entre Arizona y Utah)
Cuando llegas desde Europa a los Estados Unidos, generalmente la primera impresión que tienes es que resulta un lugar desconcertante, incluso un punto inhóspito: funcionarios de aduanas adustos, un hervidero de gente en el aeropuerto, un tráfico endiablado, una enorme diferencia horaria…

Sin embargo, en cuanto te ubicas y empiezas a moverte por el país el sentimiento predominante pasa a ser muy distinto, algo así como cuando una bocanada de aire fresco te hincha los pulmones, y descubres que otra forma distinta de hacer las cosas alejada de nuestro encorsetamiento acartonado, nuestros prejuicios y nuestros tópicos políticamente correctos es posible.

En América la libertad individual es Dios, y tan solo está limitada por el respeto a las Leyes norteamericanas (las de otros países importan un bledo…), que es Dios al cuadrado. Porque aquí por defecto todo lo que no está prohibido se considera permitido, pero ¡Ay de ti si se te ocurre incumplir una norma! Da igual que se trate de matar a alguien, saltarse un stop, mear en la calle, vulnerar una frontera, fumarse un cigarrillo fuera de las zonas delimitadas para ello, o defraudar al Fisco (de hecho, esto es probablemente lo que te acarrearía más problemas…): en Estados Unidos incumplir las Leyes siempre tiene consecuencias, siempre. Y se paga, se paga caro. Y además, por la cuenta que te trae, que no se te ocurra discutirle a un representante de la Ley si lo que has hecho es o no correcto. Porque si él dice que no lo es, pues entonces ya no hay nada más que discutir (vamos, que en América numeritos como los que solemos montarle a la policía en España, los justos…).

Las Vegas (Nevada)
América es la tierra de la libertad individual, pero también la de la responsabilidad. En los Estados Unidos el ciudadano puede decidir sobre prácticamente cualquier aspecto de su existencia (si cuidarse o no, si comer sano o no, si ahorrar o no, si llevar a sus hijos al colegio o no, si tener armas de fuego o no, si viajar o no, etc., etc., etc.), y no consentirá que nada ni nadie (y sobre todo ningún poder público…) se inmiscuya en sus decisiones, aunque tampoco esperará que nadie excepto él mismo se haga cargo luego de las consecuencias de sus elecciones y sus actos. Por eso es una tierra en la que conviven gente de vida disoluta y personas temerosas de Dios, millonarios y vagabundos, deportistas y sedentarios, delgados y gente con obesidad mórbida, propietarios de viviendas de lujo y gente que vive en casas rodantes, ciudadanos que no le quitarían la vida ni a una mosca y fervientes partidarios de la pena de muerte…

San Francisco (California)
Yosemite (California)
Pero además en América el paisaje es siempre espectacular y apabullante, tanto da que observemos el entorno natural como las urbes. Porque las ciudades son inmensas, cruzadas por autopistas imposibles y llenas de rascacielos de vértigo, mientras que sus parajes naturales muestran la belleza primigenia de la tierra cuando todavía no estaba domesticada por el ser humano, y las montañas, los cañones y los desiertos te sobrecogen el alma y te emocionan.

Por todo ello América es la materialización del Nuevo Mundo con mayúsculas, no solo desde el punto de vista histórico o geográfico, sino sobre todo porque encarna el concepto de la tierra de las oportunidades, donde todo es posible y nadie está encadenado a su destino.