- En poco más de quince días visitamos cuatro de las principales islas de Indonesia: Sumatra, Java, Célebes y Bali.
- De nuevo la sensación de que
Asia es un espacio humano palpitante y dinámico en el que pasan cosas,
mientras que Europa hace tiempo que se convirtió en una sociedad
anquilosada, cada vez más ensimismada en su pasado y en su propia visión
miope del mundo.
- La naturaleza en este país es
exuberante. Sin embargo, los indonesios no parecen tener la más mínima
sensibilidad por el medio ambiente, y tratan todo aquello que no es
propiedad privada como si fuera un simple basurero.
- Viniendo de una sociedad
sumida en un invierno demográfico como la europea, en la que las personas
solas y las familias con a lo sumo un hijo son casi la norma, llama
poderosamente la atención de Indonesia no solo el tamaño de su población,
unos 260 millones de habitantes, sino sobre todo el hecho de que el país
esté lleno de niños y adolescentes, y que uno se encuentre colegios
rebosantes de alumnos y campus universitarios casi en cada rincón de su
geografía.
- El Sudeste Asiático es el
paraíso de las motocicletas, no sólo porque te las encuentres en todos los
sitios, sino también porque las conducen gente de todo tipo: chicos
jóvenes; hombres adultos; abuelas; muchachas adolescentes. Además, puedes
ver viajando en ellas a personas solas, a parejas, o incluso a familias al
completo.
- Cada vez es más frecuente que
los occidentales seamos en Asia especímenes en regresión en un mar de
turistas chinos, indios, árabes o coreanos, a cual más desinhibido y
ruidoso, todos ellos haciendo gala de su poderío económico con ostentación
y sin ningún pudor, y exigiendo de los hoteles y restaurantes que
reproduzcan su estilo de vida, sus horarios, sus menús y sus estándares
sociales.
- Tiendas de teléfonos móviles
inundadas de tecnología china con marcas como VIVO y OPPO, desconocidas en
España, en cada rincón del país, incluso en lugares en los que las
carreteras son desastrosas y apenas hay infraestructuras.
- Occidente ha dejado de ser el
referente tecnológico y estratégico en esta parte del mundo: las
motocicletas y los coches son japoneses; los camiones son coreanos; los
teléfonos móviles son chinos; los ordenadores son de nuevo coreanos o
chinos; las líneas aéreas que conectan al país con el resto del mundo son
emiratíes, cataríes o chinas; el dinero que financia la educación y la asistencia social es saudí; y los principales socios comerciales son
chinos, japoneses o norteamericanos.
- El papel de Europa en la
Región ha quedado reducido a la protección de unos derechos humanos, que a
gran parte de los asiáticos les importan un bledo en comparación con el
crecimiento económico y el acceso a mayores niveles de consumo, y a la
defensa del medio ambiente y la sostenibilidad, que las poblaciones
locales consideran un capricho de unos occidentales excéntricos y
decadentes sin nada mejor que hacer, y que deben de pensar que nos
preocupa porque ya tenemos la vida resuelta.

- Sobre la cuestión de los
derechos humanos, que en Occidente tanto nos ocupa y nos preocupa, y en
concreto en lo que se refiere a la Religión y a la Igualdad de Género, en
el Sudeste Asiático contraponen nuestra visión laica y feminista con la
suya propia, en la que las creencias religiosas se integran de manera
natural en la vida diaria de la gente, y la mujer desarrolla su papel de
estructuradora esencial de la familia como elemento primario de la
organización social sin que ello parezca hacerla sentirse incómoda o
discriminada.
- La sociedad indonesia todavía
parece imbuida de una retórica antiimperialista heredera de los tiempos de
la Descolonización y la Guerra Fría, pero al mismo tiempo su día a día se
ve marcado por una realidad despiadadamente capitalista, con inexistencia
de un sistema público de pensiones, sanidad prácticamente privatizada y
autopistas solo de peaje. Además, el turista occidental es visto aquí como
poco menos que un cajero automático ambulante al que se le presuponen
recursos monetarios inagotables y una inocencia económica sin límites,
circunstancias estas que nos convierten en las víctimas propicias de todo
tipo de vendedores y mercachifles vernáculos.
- Los turistas asiáticos son
como niños egoístas a los que nadie hubiera enseñado a comportarse: a la
primera de cambio se hacen los espabilados y se cuelan en las filas,
arramplan con toda la comida posible en el buffet de los hoteles hasta que
su plato rebosa sin importarles lo más mínimo si quedará algo para el
siguiente huésped, y entran todos en tropel por delante de ti si incurres
en la candidez de ceder el paso a una señora mayor o a una madre con un
niño. Sin embargo, cuando les pones mala cara por lo que han hecho o te
diriges a ellos en tono serio para censurar su comportamiento actúan de
nuevo como niños pequeños, pero que ahora hubieran sido sorprendidos
copiando en un examen o robando caramelos, y entonces rehúyen tu mirada y
bajan la cara con una expresión a medio camino entre la sorpresa y la
vergüenza.
- Indonesia es conocida como la
nación con mayor población musulmana del mundo, pero cuando viajas por el
país, además de la evidente impronta islámica que se observa, llama
poderosamente la atención la enorme cantidad de centros de culto de las
más diversas creencias que uno se encuentra: mezquitas; templos budistas;
iglesias, tanto católicas como protestantes; templos hinduistas; y hasta
santuarios animistas.
- Se entiende bien por qué
cuando Sukarno, el padre de la patria indonesia, quiso articular la
esencia unitaria del país tras su independencia del colonialismo holandés,
definió la denominada Pancasila, ideología y filosofía que
constituye la base del estado indonesio, y que se plasma en cinco
principios que vinculan a todos los ciudadanos e instituciones de la
nación:
- Creencia en un
Dios Supremo.
- Sentido de la Humanidad
Justa y Civilizada.
- Unidad de Indonesia.
- Democracia guiada por la
sabiduría interior y emanada de las deliberaciones entre los
representantes del pueblo.
- Justicia social para todo el
pueblo de Indonesia.
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