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jueves, 29 de agosto de 2019

Pinceladas de un viaje a Indonesia



  • En poco más de quince días visitamos cuatro de las principales islas de Indonesia: Sumatra, Java, Célebes y Bali.

  • De nuevo la sensación de que Asia es un espacio humano palpitante y dinámico en el que pasan cosas, mientras que Europa hace tiempo que se convirtió en una sociedad anquilosada, cada vez más ensimismada en su pasado y en su propia visión miope del mundo.

  • La naturaleza en este país es exuberante. Sin embargo, los indonesios no parecen tener la más mínima sensibilidad por el medio ambiente, y tratan todo aquello que no es propiedad privada como si fuera un simple basurero.

  • Viniendo de una sociedad sumida en un invierno demográfico como la europea, en la que las personas solas y las familias con a lo sumo un hijo son casi la norma, llama poderosamente la atención de Indonesia no solo el tamaño de su población, unos 260 millones de habitantes, sino sobre todo el hecho de que el país esté lleno de niños y adolescentes, y que uno se encuentre colegios rebosantes de alumnos y campus universitarios casi en cada rincón de su geografía.

  • El Sudeste Asiático es el paraíso de las motocicletas, no sólo porque te las encuentres en todos los sitios, sino también porque las conducen gente de todo tipo: chicos jóvenes; hombres adultos; abuelas; muchachas adolescentes. Además, puedes ver viajando en ellas a personas solas, a parejas, o incluso a familias al completo.

  • Cada vez es más frecuente que los occidentales seamos en Asia especímenes en regresión en un mar de turistas chinos, indios, árabes o coreanos, a cual más desinhibido y ruidoso, todos ellos haciendo gala de su poderío económico con ostentación y sin ningún pudor, y exigiendo de los hoteles y restaurantes que reproduzcan su estilo de vida, sus horarios, sus menús y sus estándares sociales.

  • Tiendas de teléfonos móviles inundadas de tecnología china con marcas como VIVO y OPPO, desconocidas en España, en cada rincón del país, incluso en lugares en los que las carreteras son desastrosas y apenas hay infraestructuras.

  • Occidente ha dejado de ser el referente tecnológico y estratégico en esta parte del mundo: las motocicletas y los coches son japoneses; los camiones son coreanos; los teléfonos móviles son chinos; los ordenadores son de nuevo coreanos o chinos; las líneas aéreas que conectan al país con el resto del mundo son emiratíes, cataríes o chinas; el dinero que financia la educación y la asistencia social es saudí; y los principales socios comerciales son chinos, japoneses o norteamericanos.

  • El papel de Europa en la Región ha quedado reducido a la protección de unos derechos humanos, que a gran parte de los asiáticos les importan un bledo en comparación con el crecimiento económico y el acceso a mayores niveles de consumo, y a la defensa del medio ambiente y la sostenibilidad, que las poblaciones locales consideran un capricho de unos occidentales excéntricos y decadentes sin nada mejor que hacer, y que deben de pensar que nos preocupa porque ya tenemos la vida resuelta.
  • Sobre la cuestión de los derechos humanos, que en Occidente tanto nos ocupa y nos preocupa, y en concreto en lo que se refiere a la Religión y a la Igualdad de Género, en el Sudeste Asiático contraponen nuestra visión laica y feminista con la suya propia, en la que las creencias religiosas se integran de manera natural en la vida diaria de la gente, y la mujer desarrolla su papel de estructuradora esencial de la familia como elemento primario de la organización social sin que ello parezca hacerla sentirse incómoda o discriminada.

  • La sociedad indonesia todavía parece imbuida de una retórica antiimperialista heredera de los tiempos de la Descolonización y la Guerra Fría, pero al mismo tiempo su día a día se ve marcado por una realidad despiadadamente capitalista, con inexistencia de un sistema público de pensiones, sanidad prácticamente privatizada y autopistas solo de peaje. Además, el turista occidental es visto aquí como poco menos que un cajero automático ambulante al que se le presuponen recursos monetarios inagotables y una inocencia económica sin límites, circunstancias estas que nos convierten en las víctimas propicias de todo tipo de vendedores y mercachifles vernáculos.

  • Los turistas asiáticos son como niños egoístas a los que nadie hubiera enseñado a comportarse: a la primera de cambio se hacen los espabilados y se cuelan en las filas, arramplan con toda la comida posible en el buffet de los hoteles hasta que su plato rebosa sin importarles lo más mínimo si quedará algo para el siguiente huésped, y entran todos en tropel por delante de ti si incurres en la candidez de ceder el paso a una señora mayor o a una madre con un niño. Sin embargo, cuando les pones mala cara por lo que han hecho o te diriges a ellos en tono serio para censurar su comportamiento actúan de nuevo como niños pequeños, pero que ahora hubieran sido sorprendidos copiando en un examen o robando caramelos, y entonces rehúyen tu mirada y bajan la cara con una expresión a medio camino entre la sorpresa y la vergüenza.

  • Indonesia es conocida como la nación con mayor población musulmana del mundo, pero cuando viajas por el país, además de la evidente impronta islámica que se observa, llama poderosamente la atención la enorme cantidad de centros de culto de las más diversas creencias que uno se encuentra: mezquitas; templos budistas; iglesias, tanto católicas como protestantes; templos hinduistas; y hasta santuarios animistas.

  • Se entiende bien por qué cuando Sukarno, el padre de la patria indonesia, quiso articular la esencia unitaria del país tras su independencia del colonialismo holandés, definió la denominada Pancasila, ideología y filosofía que constituye la base del estado indonesio, y que se plasma en cinco principios que vinculan a todos los ciudadanos e instituciones de la nación:
    1. Creencia en un Dios Supremo.
    2. Sentido de la Humanidad Justa y Civilizada.
    3. Unidad de Indonesia.
    4. Democracia guiada por la sabiduría interior y emanada de las deliberaciones entre los representantes del pueblo.
    5. Justicia social para todo el pueblo de Indonesia.







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