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lunes, 13 de julio de 2020

El palo y la zanahoria de Sánchez


El verano ha llegado a España, y con él ese tórrido calor que reseca el paisaje y bloquea nuestra mente, ese calor que año tras año nos sorprende como si fuera algo nuevo e imprevisto pero que en realidad es nuestra particular maldición bíblica climática (Y dijo Dios: "Si naces español estarás condenado a achicharrarte hasta la eternidad durante cuatro meses al año, y durante el día el sol te abrasará, y por la noche un mar de sudor te mantendrá en la vigilia. Y el achicharramiento estival vendrá acompañado de la desmemoria, y cada vez que lleguen los sofocos del verano aburrirás a tus semejantes con la afirmación de que ese año hace mucho más calor que los anteriores, aunque en realidad no sea así y haga exactamente el mismo calor de todos los años...").

Pero este verano del 2020, además del calor de siempre, nos ha traído también las consecuencias de la primera ola de la pandemia del COVID 19 que hemos sufrido esta primavera, con más de 43.000 muertos según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística y los Registros Civiles y un país arrasado económicamente que parece ser que solo podrá salir del hoyo si la Unión Europea (y ya veremos a qué precio...) se aviene a pagar, o al menos a financiar, una parte substancial de la factura de la reconstrucción.

Y como resulta que en este contexto tan negativo el gobierno de coalición PSOE - PODEMOS presidido por ese superviviente nato llamado Pedro Sánchez (dotado de tanta cintura política como pocos escrúpulos...) va tener que dejarse de tanto marketing político y tanta palabrería como suele gastar, pues hasta ahora su único objetivo ha sido seducir a la Opinión Pública y surfear sobre los problemas, y en adelante no le va a quedar otro remedio que tomar decisiones y adoptar medidas, y eso siempre tiene un coste político, para tratar de minimizar el coste negativo del proceso el Ejecutivo y los partidos que le sustentan han decidido poner a funcionar a nivel mediático una estrategia del palo y la zanahoria.

¿Y con qué objeto van a hacer esto? Pues para aventar cuanto escándalo ajeno se les ponga por delante, y así tratar de tener entretenido al personal el mayor tiempo posible y evitar que los ciudadanos reparen en la negligencia del gobierno de España en la gestión de la crisis del COVID 19 y en lo que se nos viene encima para resolver todo este follón.

Y es por eso por lo que los terminales mediáticos del Ejecutivo han empezado ya a manosear de manera impúdica en los medios de comunicación toda la casquería informativa que se les pone a tiro (y hay que reconocer que algunos se lo ponen muy fácil...). Al respecto, baste con algunos ejemplos:

- El escándalo de los millones que supuestamente recibió el rey emérito Juan Carlos I de Arabia Saudí y que luego ocultó en paraísos fiscales con la ayuda de su amante Corina Larsen.

- La situación en las residencias de ancianos durante la pandemia y los errores cometidos en su gestión.

- Los agravios y las traiciones (reales o inventadas...) por parte de determinados países de la UE en la frustrada elección de la vicepresidenta económica Nadia Calviño como presidenta del Eurogrupo.

- La supuesta falta de colaboración con el gobierno por parte de la oposición de derecha, y señaladamente del Partido Popular, a la hora de "arrimar el hombro" para sacar a España de la crisis (aunque lo que el Ejecutivo entiende por "arrimar el hombro" sea 1)- apoyar sin rechistar todo lo que el propio gobierno decide, 2)- renunciar a proponer o defender cualquier cosa distinta de lo que Moncloa propugna, y 3)- tragar con cualquier estrategia política que desarrolle Pedro Sánchez, incluso si incluye apaños y enjuagues con independentistas que no creen en España, o con demagogos de ultraizquierda que no creen en la democracia parlamentaria...).

Sin embargo, no debemos dejarnos engañar, porque con todo esto Pedro Sánchez no pretende otra cosa que disimular ante la Opinión Publica, y en particular ante sus votantes, lo que muy probablemente se nos va a venir encima este próximo otoño, que es, entre otras cosas:

- Una subida de impuestos (IRPF, lVA, Sociedades, Impuestos Especiales...).

- La puesta en marcha de toda una batería de ajustes y recortes sociales en materia de pensiones y demás gasto social para tratar así de cuadrar las cuentas públicas y disponer de fondos para empezar a financiar el desastre del COVID19 mientras llega el dinero que estamos mendigando a nuestros socios europeos.

- La paralización de la inversión en infraestructuras y en investigación y desarrollo dado que no habrá fondos para poder financiarlas.

Y para hacer todo esto tragable a sus votantes Sánchez no va a dudar en reactivar la agenda frentista y guerracivilista que acostumbra a utilizar cuando se siente acorralado políticamente, porque sabe que es algo lo suficientemente demagógico y sectario como para que su parroquia de incondicionales se lo compre en cualquier circunstancia, y por eso están resurgiendo en la agenda política debates inútiles que en realidad interesan solo a unos pocos pero que son una estupenda munición para el marketing mediático y la construcción del relato político que tanto le gusta al presidente del gobierno, incluyendo:

- Los ataques a la escuela concertada.

- Las iniciativas para endurecer la Ley de Memoria Histórica y reforzar su sectarismo.

- El coqueteo con la idea de una reforma constitucional impuesta desde la demagogia ultraizquierdista que incluya el torpedear a la monarquía parlamentaria y a cualquier otro resto del espíritu de concordia de la Transición y la Constitución de 1978.

- La proscripción de todos aquellos que no comulguen con los mantras de la Ideología de Genero y el Feminismo Radical. 

Pero que nadie se engañe con estas maniobras. Al final a Pedro Sánchez (como ya le pasó a José Luis Rodríguez Zapatero en 2010 o a Alexis Tsipras en Grecia en 2015...) no le quedará otro remedio que mancharse las manos y gobernar, con lo que eso supone de tomar decisiones impopulares y desdecirse de años de demagogia barata.

La vida siempre termina poniendo a cada uno en su sitio: a cada princesa en su castillo, a cada rana en su charca, a cada meretriz en su esquina, y a cada demagogo en su propio infierno de realidad...



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