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viernes, 8 de julio de 2022

Benito Rey Castro, año 1939

 

 Benito con 37 años cuando estaba destinado en Bilbao. Fotografía del 17 de mayo de 1932 dedicada a su familia

 

A las 13:00 horas del 28 de marzo de 1939, en la Ciudad Universitaria de Madrid, junto a las ruinas del Hospital Clínico, el coronel Adolfo Prada como representante del ejército republicano y el coronel Eduardo Losas en nombre del ejército rebelde formalizaron la rendición de la capital al bando sublevado en la Guerra Civil Española de 1936-1939. En las horas posteriores las columnas nacionales llevaron a cabo la ocupación efectiva de la ciudad, y llegaba a su fin el conflicto que había estallado casi 3 años antes, tras el fracaso parcial del golpe de estado de una parte del ejército con el apoyo de determinadas fuerzas políticas derechistas contra el gobierno izquierdista de la II República los días 17 y 18 de julio de 1936, lo que derivó en un proceso revolucionario en el campo gubernamental y en una guerra fratricida que solo concluiría el 1 de abril de 1939.


Y mientras el encuentro entre el coronel Prada y el coronel Losas tenía lugar, en el Madrid a punto de caer en manos de los nacionales vivía un empleado de la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) de 43 años llamado Benito Rey Castro.


Benito era hijo de José Rey y Avelina Castro y había nacido en Pontevedra el 3 de mayo de 1895, en el seno de una familia burguesa. Era un hombre más bien bajo, de 1,51 metros de estatura, pelo entrecano y rizado, ojos castaños, y cara delgada sin ninguna seña especial.


Persona de ideas progresistas, en su juventud Benito se afilió en su Pontevedra natal a la Federación Republicana Gallega–Organización Republicana Gallega Autónoma (FGR-ORGA), formación política republicana, galleguista, autonomista y de izquierdas fundada por Santiago Casares Quiroga (quien años después fue ministro y presidente del gobierno durante a II República Española) y Antonio Vilar Ponte. En 1932 FGR-ORGA pasó a denominarse Partido Republicano Gallego (PRG), y en 1934 el PRG se unió al partido Acción Republicana y dio lugar a una nueva formación denominada Izquierda Republicana liderada por Manuel Azaña, personaje clave de la II República Española, de la que a la postre sería presidente del gobierno, ministro, y el segundo presidente de la República.


Cuando los Nacionales entran en Madrid, hacía 3 meses que Benito había enviudado, tras el fallecimiento el 10 de diciembre de 1938 de su mujer, Vidalina Pintos Lusquiños, y residía en una vivienda alquilada en el distrito de Chamberí en la calle Alonso Cano 39, piso 3º centro, donde vivía con sus cuatro hijos: Julia, de 14 años; Luisa, de 13 años; Ángeles, de 11 años; y Carlos, el más pequeño, de 3 años.


A los 23 años, el 5 de diciembre de 1918, Benito había entrado a trabajar en la Compañía Peninsular de Teléfonos, y el 1 de enero 1925 se convirtió en empleado de la Compañía Telefónica Nacional de España, CTNE, cuando ésta absorbió a la Peninsular. En diciembre de 1925 Benito trabajaba en el Distrito 4, Zona de Pontevedra, de la CTNE y fue elegido representante sindical de la ASOCIACIÓN GENERAL DE EMPLEADOS Y OBREROS DE LA COMPAÑÍA TELEFÓNICA NACIONAL DE ESPAÑA.


En 1926 Benito Rey Castro fue ascendido a Jefe del Centro de la CTNE en Pontevedra tras una visita de inspección del Administrador de la Zona Gallega de la compañía, Fernando Gómez-Centurión Gutiérrez (quien años más tarde, tras el final de la Guerra Civil, tendría una dramática influencia en la vida de Benito). Desde entonces y hasta 1930, de acuerdo con el testimonio de sus superiores, el comportamiento profesional de Benito fue excelente. Sin embargo, con la llegada de la II República el 14 de abril de 1931, parece que se empezó a significar políticamente, o al menos así lo interpretaron sus jefes, y eso le acarreó problemas en el trabajo. Así, unos días antes de que el 4 de julio de 1931 el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo, CNT, llame a la Huelga Revolucionaria en la Telefónica, la primera gran huelga a la que tuvo que enfrentarse el gobierno republicano, Benito es destituido como Jefe de Centro de Pontevedra, pasa a ocupar puestos secundarios, y es sucesivamente trasladado a Vigo, Bilbao, y finalmente a Madrid.


Tras la instauración de la II República la implicación política de Benito se acentúa: el 01 de julio de 1934 se afilia al sindicato socialista Unión General de Trabajadores, UGT; al año siguiente el 11 de noviembre de 1935 se afilia a Izquierda Republicana, formación política republicana e izquierdista fundada un año antes, en 1934, por Manuel Azaña; y según documentos incriminatorias secretos presentados en su contra tras la Guerra Civil, Benito ingresa en la Masonería en Madrid el 19 de octubre de 1935 con el símbolo o sobrenombre de “NAKENS”.


De acuerdo con el Padrón Municipal de Habitantes de Madrid de 1935, en diciembre de ese año Benito, su mujer Vidalina, y sus hijas Julia, Luis y Ángeles, viven ya la calle Alonso Cano 39 del madrileño distrito de Chamberí; y 3 meses después, el 27 de marzo de 1936, nacerá su hijo pequeño, Carlos.


Cuando se produce el golpe de estado del 17 y 18 de julio de 1936 Benito trabajaba en la Sección de Tráfico de la CTNE en Madrid y ganaba, a precios del año 2022 unos 880 € mensuales -entonces su sueldo era de 4.590 pesetas anuales-, de los cuales dedicaba al alquiler de su vivienda 195 € al mes -entonces la renta era de 1.020 pesetas anuales-, un 22% de su sueldo. Hay que tener presente que en aquella época en Madrid un piso en propiedad podía costar unos 92.000 € de hoy en día, mientras que el precio de un coche Ford de gama media rondaría los 12.000 €). En ese momento Benito, en su condición de afiliado a la UGT, muy probablemente era miembro de la Organización Telefónica Obrera Española, OTO, la sección sindical ugetista en la CTNE.


El estallido de la Guerra Civil, el proceso revolucionario que seguidamente se produjo en el campo republicano, y la condición de recurso esencial para el esfuerzo de guerra de una empresa como la Telefónica, proveedor de comunicaciones en régimen de monopolio, dio lugar a que los sindicatos mayoritarios del momento, CNT y UGT, pugnaran por hacerse con el control operativo de la empresa y desplazaran a los Administradores del accionista mayoritario, la compañía norteamericana International Telephone and Telegraph ITT, todo ello bajo la supervisión de la autoridad designada por el gobierno tras la militarización de la CTNE, el Jefe del mando militar en la Compañía, coronel de artillería Martín Montagut Batlle.


En este contexto, el 30 de octubre de 1936 Benito Rey Castro, debido a su condición de afiliado a la UGT y persona de probadas convicciones republicanas, es nombrado Delegado responsable de la Sección de Tráfico de CTNE y Ayudante del mando militar, coronel Montagut, y más adelante es ascendido al puesto de Jefe del Centro Interurbano de Madrid.


A finales de abril de 1937 Benito se vio involucrado por la lucha por el control de la CTNE entre la CNT y la UGT, que mientras en Barcelona acabaría en un enfrentamiento a tiro limpio entre ambas formaciones en la sede de la Telefónica de la Plaza de Cataluña, en lo que los historiadores denominan las Jornadas de Mayo, en Madrid derivó en la purga presuntamente impulsada por la UGT contra simpatizantes de CNT.


En concreto, por esas fechas se dieron dos casos de persecución política en el ámbito de la Sección de Tráfico de la Telefónica de los que al acabar la Guerra Civil se acusó a Benito, si bien él negó los hechos:


- El intento de retirada de las cartillas de racionamiento y el acceso al comedor de empleados a dos trabajadoras de la compañía, las hermanas Ballesteros.


- La denuncia presentada ante el Control Obrero de la CTNE contra otras cinco empleadas (Carmen Armentia Zuazo, Mercedes Armentia Zuazo, Manuela Vargas, Victoria Sanz e Inocencia Tomé), que finalmente acabó con su traslado forzoso el 27 de abril de 1937. Esta denuncia le fue atribuida a Benito por una tal Camila Moscatelli Fernández, cuadro de la CNT en la CTNE al menos desde 1931, que a su vez también habría sido denunciada por Benito ante el general Miaja.


Tras los sucesos de 1937 Benito Rey Castro continúa desarrollando su actividad en Telefónica como Jefe del Centro Interurbano de Madrid, que entre otras cosas conlleva la supervisión del tráfico interurbano y la colaboración con el Servicio de Información Militar, SIM, unidad de seguridad de la II República Española durante la Guerra Civil creada en agosto de 1937 y dirigida por el político socialista Ángel Pedrero García, y organismo encargado de las escuchas telefónicas en la España republicana.


La Guerra Civil continúa con una evolución cada vez más desfavorable para la II República y las ideas políticas de Benito, y a ello se suma la tragedia del fallecimiento de su mujer Vidalina el 10 de diciembre de 1938, que deja a Benito viudo en una ciudad asediada y con cuatro hijos a su cargo, 3 niñas de 14, 13 y 11 años más un bebé de tan solo 2 años.


En marzo de 1939, cuando la Guerra Civil está a punto de finalizar, la posición de Benito como Jefe del Centro Interurbano de Madrid y su relación con el SIM le llevan a participar en el desarrollo del Golpe de Estado del coronel Segismundo Casado, operación política apoyada, entre otros, por el dirigente socialista Joaquín Besteiro en contra del gobierno Negrín y sus aliados del Partido Comunista de España, PCE, y cuyo objetivo era poner fin a la Guerra Civil mediante una capitulación honrosa ante el ejército nacional que permitiera acabar con la pérdida inútil de vidas humanas que la resistencia numantina del gobierno Negrín estaba provocando. En este contexto Benito, al parecer, colabora con Ángel Pedrero del SIM en la realización desde el Centro Interurbano de Madrid de escuchas telefónicas de las conversaciones de elementos comunistas contrarios al coronel Casado.


Finalmente, el 1 de abril de 1939 finaliza la Guerra Civil Española, e inmediatamente después los triunfadores de la contienda, los golpistas del 17 y 18 de julio de 1936, ponen en marcha en todo el país un sistema represivo policial y judicial destinado a perseguir a sus adversarios políticos que, sin embargo (acaso por mala conciencia institucional...), trataron de justificar con una apariencia de legalidad vinculándolo al Código de Justicia Militar vigente durante la II República, que consideraba reos de rebelión militar a “los que se alcen en armas contra la Constitución del Estado republicano, contra el presidente de la República, la Asamblea Constituyente, los Cuerpos colegisladores o el Gobierno provisional y legítimo”, y ello porque los golpistas se identificaban a sí mismos con la Autoridad Legítima, mientras que la Administración Republicana posterior al triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 y quienes la apoyaron eran considerados golpistas y sediciosos...


Por ello, en abril de 1939 da comienzo en todo el aparato del estado republicano, y también en Telefónica, un proceso de depuración de los desafectos al nuevo régimen, que en el caso de Benito Rey Castro le obliga a comparecer y prestar declaración el 18 de abril en su condición de empleado de la CTNE, y por tanto funcionario, ante los Juzgados de Depuración de Funcionarios, donde debe dar cuenta tanto de sus actividades durante la Guerra, como de sus antecedentes profesionales y políticos anteriores Alzamiento Nacional.


A continuación, a lo largo de mayo y junio de 1939 decenas de empleados de la CTNE en Madrid que habían trabajado con Benito Rey Castro desfilan por los Juzgados de Depuración para prestar declaración sobre su antiguo jefe y compañero y su papel en la Compañía durante la Guerra.


La mayoría de estas declaraciones fueron contrarias a Benito (quien sabe si por odio, por venganza, o simplemente por miedo, instinto de supervivencia y para congraciarse con las nuevas autoridades), aunque llama la atención que casi todos los testimonios son vagos, genéricos, y recurren a expresiones que se repiten una y otra vez a lo largo de los diversos testimonios, lo cual plantea dudas sobre su espontaneidad:


- “De ideas extremistas, fue jefe de Personal durante el Dominio Rojo"


- “Se destacó siempre por su actuación intensa en contra del Glorioso Movimiento”


- “No podía ponerse en duda sus ideas extremistas”


- “Su manera de expresarse era francamente roja”


- “Persona de izquierdas”


- “Siempre se le oyó hablar muy mal del Glorioso movimiento salvador de la Patria”


- “Rojo. Hacía Manifestaciones en contra del Glorioso Alzamiento Nacional”


- “Elemento de izquierdas peligroso, haciendo alarde de ello”


- “Muy significado de izquierdas”


- “Hacía manifestaciones en contra del Glorioso Movimiento Nacional”


A pesar de lo anterior, hubo también casos de declaraciones neutrales o incluso positivas para Benito, lo cual sorprende en circunstancias como las que se vivían en Madrid en la primavera de 1939:


- “No sé más que fue delegado”


- “Era Delegado de UGT. No puedo dar ningún dato concreto por ignorar su actuación”


- “En mi presencia no efectuó coacción alguna contra nadie”


- “No efectuó coacción alguna contra ningún compañero”


Sin embargo, los testimonios más contundentes, de mayo y junio de 1939 contra Benito Rey Castro, los más cruciales y los más negativos, fueron los siguientes:


- El empleado José María Cillanueva de Santiago acusa a Benito de ser masón.


- Las empleadas Carmen Armentia, Mercedes Armentia y Manuela Vargas, tres de las vinculadas a CNT que durante los Sucesos de abril de 1937 (junto con Victoria Sanz e Inocencia Tomé) fueron denunciadas ante el Control Obrero de la CTNE, acusan directamente a Benito de ser el responsable de su persecución y acoso.


- La empleada Carmen Andueza Alfaro afirma que fue Benito quien pretendió que le quitaran sus cartillas de racionamiento y el acceso al comedor de empresa a las hermanas Ballesteros en abril de 1937, lo que en la práctica suponía condenarlas al hambre, y ello tan solo por ser próximas a la CNT.


- El empleado Fernando Gómez-Centurión y Gutiérrez, el antiguo Administrador de la Zona Gallega de la Telefónica que en 1926 ascendió a Benito Rey Castro a Jefe de Centro, declara que en 1931 Benito perdió su puesto en Pontevedra por comunista, y le acusa además de haber colaborado durante la Guerra con el Jefe del SIM, Ángel Pedrero.


El 27/junio/1939 el Juez Instructor del Juzgado Militar de Funcionarios nº 6 de Madrid da por recibidas las denuncias interpuestas contra Benito Rey Castro en mayo y junio, toma de nuevo declaración al ahora imputado, decreta su procesamiento por un supuesto delito de adhesión a rebelión militar (Consejo de guerra 77/174), y a continuación ordena su ingreso en la Prisión de Barco, ubicada en un caserón de la C/ Barco nº 24 de Madrid, en el edificio que anteriormente había sido la sede de los estudios de Discos Columbia en la capital.


A partir de este momento el proceso judicial contra Benito Rey Castro, que ya tiene la condición de instrucción de un Consejo de Guerra, se acelera.


Seguidamente, el 10 de julio de 1939 el Juez Militar solicita a la CTNE información relativa a los antecedentes profesionales de Benito de Rey Castro, y tan solo dos días después, el 12 de julio de 1939 la nueva Dirección de la Compañía certifica de Benito lo siguiente:


- “Persona de confianza máxima de los rojos por lo que fue nombrado Jefe Local de Tráfico. En la sublevación comunista prestó adhesión al Consejo de Defensa manifestando que no era comunista sino militante de Izquierda Republicana. Delegado de Guerra. (Según informes recibidos).”


Sin embargo, durante el mes de julio tres empleados de Telefónica declaran a favor de Benito, dan testimonio positivo de su comportamiento durante la Guerra Civil para con sus compañeros de trabajo independientemente de su ideología, e incluso desmontan algunas de las acusaciones formuladas contra él:


- En una comparecencia fechada el 1 de julio de 1939 Pilar Ballesteros (una de las hermanas Ballesteros que estuvieron en riesgo de perder sus cartillas de racionamiento en 1937) declara en el juzgado que no cree que fuera Benito quien las dejará a ella y a su hermana privadas del pan y del derecho de comer en el comedor colectivo de CTNE.


- Augurio Hernández López, oficial del Departamento de Intervención de la CTNE, declara el 20 de julio de 1939 que conoce a Benito Rey Castro desde 1931, y que en los primeros tiempos del Dominio Rojo, y aun conociendo sus ideales patrióticos, Benito le dio seguridad que de él no tenía nada que temer porque era incapaz de perseguir a nadie, ya que en sus sentimientos no cabía ni odio ni rencor.


- También con fecha 20 de julio de 1939 Julián González García, oficial 1º de Telefónica, declara que a lo largo de su carrera tuvo que sancionar a Benito Rey Castro en dos ocasiones por causas disciplinarias, pero que, sin embargo, y aunque conocía su ideología política y su adhesión al Glorioso Movimiento salvador de España, Benito, en palabras del propio Juliá González García “no solo mantuvo callada la palabra delatora que habría determinado mi seguro encarcelamiento y aún quizá mi muerte, sino que se me reveló con su conducta como hombre incapaz de moverse a impulsos de rencores personales o políticos, tal vez sentidos”.


A pesar de estos testimonios favorables para Benito, el 27 de julio de 1939 el Juzgado Militar de Funcionarios considera probados los hechos de la acusación y los tipifica como un delito de adhesión a la rebelión militar, y por ello da por concluidas las actuaciones de la instrucción y las eleva al Consejo de Guerra Permanente a los fines de Vista y Fallo.


El expediente pasa entonces al Fiscal Militar, que el 29 de julio de 1939 devuelve el Sumario al Instructor y ordena que se vuelva a tomar declaración a los testigos clave de la acusación a fin de que ratifiquen sus declaraciones previas:


- El 30 de agosto de 1939 Manuela Vargas reitera su denuncia afirmando que Benito, en el contexto del enfrentamiento entre UGT y CNT, la denunció a ella y a otras cuatro compañeras más (Carmen Armentia Zuazo, Mercedes Armentia Zuazo, Victoria Sanz e Inocencia Tomé) ante el Control Obrero de la CTNE por su orientación cenetista.


- En igual sentido se manifiesta también el 30 de agosto de 1939 Carmen Armentia, quien añade que si las cinco perseguidas finalmente solo sufrieron un traslado fue gracias a las gestiones de la CNT, y a pesar de la persecución en su contra de Benito Rey Castro y la UGT.


- El 31 de agosto de 1939 José María Cillanueva de Santiago se ratifica en su acusación, y aunque reconoce que solo conoció a Benito en la última época de la dominación marxista, manifestaba que se expresaba en términos violentos y animaba al personal a seguir trabajando por el triunfo de los rojos, y también afirma “Que ha oído que Benito REY CASTRO alardeaba de ser masón”.


- Por último, el 1 de septiembre de 1939 Fernando Gómez-Centurión ratifica plenamente su anterior declaración y afirma que Benito Rey Castro era ya un radical cuando en 1931 apoyó la Huelga de Telefónica; que unos días antes del inicio de la Guerra Civil Benito y él tuvieron una fuerte discusión; que durante la Guerra Civil él se tuvo que refugiar en la embajada de la República Dominicana, sabiendo a partir de entonces por referencias que la actuación de Benito fue de completa adhesión a los rojos y que persiguió de forma tenaz a los empleados que comulgaban con el Glorioso Movimiento; que también “por referencias sabe de la amistad de Benito con Ángel Pedrero; y que con ocasión de un posible levantamiento, al parecer comunista, estuvo Benito toda la noche con el mencionado jefe del SIM escuchando conversaciones telefónicas”; que considera a Benito “peligroso por su extremismo y por ser de luces no corrientes en los rojos y tener cierta cultura de que carecen la mayoría de éstos, ya que cursó estudios en un seminario”.


Para empeorar más las cosas, el 14 de septiembre de 1939 se incorpora al expediente un informe secreto proveniente de la Delegación del Estado para la recuperación de Documentos – Sección Servicios Especiales (Actualmente Archivo General de la Guerra Civil Española de Salamanca) en el que se detallan los antecedentes relativos a Benito Rey Castro que obran en los archivos de esa delegación en los documentos clasificados:


- La transcripción del Acta de una reunión masónica celebrada en Madrid el 19 de octubre de 1935 en la que se refleja la incorporación a la Masonería de Benito Rey Castro con el símbolo o sobrenombre de “NAKENS”.


- La transcripción de una carta de Benito dirigida el 15 de noviembre de 1935 a Juan Ibáñez, de Bilbao, dándole cuenta de sus actividades en la Masonería.


- Una nota de que en el expediente de Benito Rey Castro existen siete cartas más del mismo tenor, cuatro suscritas por el y tres dirigidas a él.


El 15 de septiembre de 1939, tan solo un día después de que la acusación contra Benito de ser Masón se vea confirmada, el Juez Instructor emite el Auto resumen en el que confirma los hechos probados (A saber: tener antecedentes izquierdistas; su actuación marxista decidida y eficiente; su colaboración con el jefe del SIM; el haber llevado a cabo persecuciones contra empleados de CTNE afectos al Movimiento; y el ser Ser Masón) y formaliza su valoración jurídica:


“Los hechos son constitutivos de Adhesión a la rebelión del art. 237 y 238 del Código de Justicia Militar”.


El 25 de septiembre de 1939 la Fiscalía del Ejército de Ocupación formula su escrito de conclusiones en el Expediente contra Benito Rey Castro:


“El procesado, masón en cuya secta ha prestado diferentes servicios, perteneciente a izquierda republicana y a la U.G.T. con anterioridad al Glorioso Movimiento, fue nombrado delegado de guerra y delegado sindical durante la dominación marxista en la compañía Telefónica Nacional, donde fue ascendido más tarde a jefe de tráfico, persiguiendo a personas de derechas seleccionando a los demás empleados con arreglo a su ideología, denunciando a cinco empleados de la compañía que fueron expulsadas. Tenía estrecha amistad con el jefe del S.I.M.”.


- “Los referidos hechos constituyen un delito de ADHESIÓN A LA REBELIÓN MILITAR, párrafo 2º del art 238 del C.J.M. sin circunstancias modificativas”.


- “Penas que se piden: TREINTA AÑOS, de reclusión mayor, accesorias correspondientes y responsabilidad civil sin determinación de cuantía.”


El día 30 de septiembre de 1939 tiene lugar la vista oral del expediente de Consejo de Guerra contra Benito Rey Castro, en el transcurso de la cual:


- El Fiscal mantuvo sus conclusiones previas, en el sentido de que los hechos eran constitutivos de un delito de Adhesión a la Rebelión Militar (art 238.2 del Código de Justicia Militar), por los que se pedía una pena de 30 años de reclusión mayor, accesorias legales y responsabilidad civil indeterminada.


- El Abogado Defensor expuso que el procesado era autor de un delito de Auxilio a la Rebelión sin circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal.


- El Procesado, Benito Rey Castro, no manifestó nada.


El mismo 30 de septiembre de 1939 el Consejo de Guerra Especial número 5 de Suboficiales y Clases, presidido por el coronel Raimundo Hernández Comes, dicta sentencia en el Consejo de Guerra nº 29.759 contra el reo Benito Rey Castro, de cuarenta y tres años, viudo, natural de Pontevedra, vecino de Madrid, hijo de José y de Avelina, empleado de la Telefónica, en la que


“se le considera autor de un delito de adhesión a la rebelión previsto y penado en el párrafo 2º del artículo 238 del Código de Justicia Militar, por lo que se le condena a TREINTA AÑOS, de prisión mayor y accesorias de inhabilitación absoluta e interdicción civil,


- a la vez que se establece que le será de abono el tiempo de prisión preventiva sufrida


- y se le exigirá la responsabilidad civil en conformidad a lo dispuesto en la Orden de 10 de enero de 1937 y Ley de Responsabilidades Políticas del treinta y nueve”.

 

Sentencia condenatoria del Consejo de Guerra contra Benito del 30 de septiembre de 1939

 

 Desde su primera declaración el 18 de abril de 1939 hasta su condena el 30 de septiembre de ese mismo año, el proceso penal contra Benito Rey Castro se desarrolló en tan solo cinco meses y medio, 165 días en total.


El 23 de octubre de 1939 se formaliza el cálculo de liquidación del tiempo de condena del condenado Benito Rey Castro (Consejo de Guerra Sumarísimo nº 29.759), según el cual la fecha prevista de extinción de su condena sería el 29 de junio de 1969.


El 20 de diciembre de 1939 Benito Rey Castro es trasladado desde la Prisión de Barco a la Prisión de Porlier, oficialmente denominada Prisión Provincial de Hombres número 1, situada en la C/ General Díaz Porlier nº 54 de Madrid, en el edificio del Colegio Calasancio de los Padres Escolapios.


El 29 de marzo de 1940 Benito es trasladado de nuevo, esta vez al Reformatorio de Adultos de la Cárcel de Ocaña, en la provincia de Toledo.


El 24 de marzo de 1944 Benito Rey Castro abandona la Cárcel de Ocaña y es trasladado a la Prisión Provincial de Madrid, conocida como la Cárcel de Carabanchel.


Al año siguiente las circunstancias cambian, y probablemente debido al fin de la II Guerra Mundial con la derrota de sus valedores (y al objeto de tratar de “blanquearse” ante las Potencias Aliadas...), el 9 de octubre de 1945 el Régimen Franquista promulga el Indulto Total a los condenados por delito de rebelión militar y otros cometidos hasta el 1º de abril de 1939, según el cual:


Artículo primero. - Se concede indulto total de la pena impuesta, o que procediera imponer a los responsables de los delitos de rebelión militar, contra la seguridad interior del Estado o el orden público, cometidos hasta el primero de abril de mil novecientos treinta y nueve y definidos en los Códigos de Justicia Militar, Penal de la Marina de Guerra o Penal común vigentes en aquella fecha, siempre que no conste que los referidos delincuentes hubieran tomado parte en actos de crueldad, muertes, violaciones, profanaciones, latrocinios u otros hechos que por su índole repugnen a todo hombre honrado, cualquiera que fuere su ideología.


- Artículo segundo. - La gracia se aplicará a solicitud de los condenados, por los Tribunales sentenciadores, y previo informe del Ministerio Fiscal.


El 11 de febrero de 1946 Benito Rey Castro, preso en la Cárcel de Carabanchel, redacta de su puño y letra una solicitud de indulto en base al mencionado Decreto de 9 de octubre de 1945 dirigida al Capitán General de la 1ª Región Militar de Madrid.

 


Solicitud de indulta presentada por Benito al Capitán General de la 1ª Región militar del 11 de febrero de 1946

 

El 2 de mayo de 1946 Benito Rey Castro sale de la Cárcel de Carabanchel y es puesto en libertad provisional.


Por último, el 7 de septiembre de 1946 el Capitán General de la 1ª Región Militar de Madrid concede el indulto de la pena de treinta años de reclusión mayor por un delito de Adhesión a la Rebelión Militar a Benito Rey Castro.


En total, desde el 27 de junio de 1939 hasta el 2 de mayo de 1946 Benito Rey Castro estuvo en prisión por motivos políticos 6 años, 10 meses y 5 días, por lo que tuvo que cumplir efectivamente el 23% de la condena de prisión de treinta años a la que había sido sentenciado.

  

Benito con sus hijos el 17 de agosto de 1959. De izquierda a derecha: Luisa, Benito, Carlos, Julia y Ángeles

 

El superior de Benito Rey Castro en la CTNE de Madrid durante la Guerra Civil, el coronel Martín Montagut Batlle, de acuerdo con los registros que hemos podido consultar, una vez finalizada la Guerra fue juzgado por los Nacionales en 1941. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió con su subordinado Benito, condenado a treinta años, el coronel Montagut resultó absuelto en Consejo de Guerra.

 

El Expediente de Consejo de Guerra nº 29.759 contra Benito Rey Castro, fuente principal de este artículo, está en el Archivo General e Histórico de Defensa de Madrid y se puede consultar libremente.

 

 

Portada del Expediente de Consejo de Guerra nº 29.759 contra Benito Rey Castro

 

Benito Rey Castro era mi abuelo, falleció en Madrid el 28 de septiembre de 1971, y está enterrado en el Cementerio Civil de Madrid. Su hijo pequeño Carlos era mi padre, murió 50 años después, el 11 de abril de 2022, y está enterrado en el cementerio de Ribadavia (Orense).

  

Lápida de la tumba de Benito Rey Castro en el Cementerio Civil de Madrid

 


4 comentarios:

  1. Manuel Muñoz García10 de julio de 2022, 20:01

    Estupendo trabajo. Yo conocí a tu abuelo Benito. Incluso llegué a almorzar una vez en su casa de Bretón de los Herreros, durante una comida celebrada para que se conocieran las familias de tu padre y de tu madre. Era una persona agradable y cordial.

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  2. Javier Galbis Tigeras8 de septiembre de 2023, 13:53

    Me ha emocionado tu trabajo.Enhorabuena.

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